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20 de octubre de 2014

Cuando el corazón se deshiela

Cae una lluvia torrencial. Salgo del parking llena de bártulos pero con una sonrisa y unas ganas impropias de semejante día gris. Pero propias de lo que está por llegar.

Llego a Amarna. Iván sonríe. Él también. Nos saludamos, ultimamos detalles, entro a la sala universal.

Llega Carlos, me alegra más el día. Nos abrazamos, me dice que no hay compromiso, que me goce los preparativos, lo agradezco infinito.

Todo listo. Incluso la parafernalia técnica, que funciona esta vez por fin. Pongo la música de intro.

Empieza a llegar más gente. Me encanta ver tantas caras conocidas. Y la sorpresa de las desconocidas. Ha salido el sol en la sala.

Respiro hondo, espero cinco minutos más, cortesía con los que siguen inundados en las calles.

Repaso mis notas, decido comenzar, cortesía para los que se han esforzado en estar sentados a tiempo.

Sonrío con toda el alma. Me tiemblan las piernas.

Empiezo a hablar. Me tiembla la voz.


Respiro hondo de nuevo. Me conecto. Noto que ya no necesito la prezi. Soy sólo yo queriendo compartir. Soy sólo yo experimentando algo nuevo. Audiencia más pequeña, pero contenido más grande. Mensaje más profundo. Intención más allá de lo que se ve.




Fluyo como si no fuera yo la que habla. Disfruto como pocas veces lo había hecho. Observo sus caras, me alegran sus miradas, me llena toda su atención, me calienta el corazón.

Estás aquí, estás escuchando, estás sintiendo, estás conectando, tú también eres parte de esto. La parte más importante, de hecho. El protagonista de esta película, aunque la que está de pie sea yo. Porque yo simplemente estoy en este lado del escenario para recordarte lo que ya sabes. Para agradecerte que me hagas de espejo.

Así que gracias por haber venido, A., Adolfo, Ana, Ana Rosa, Blanca, Carlos, Carmen, Clara, Cristina, David, Domingo, Gema, Gema, Isabel, Isabel, Juan, Laura, Lola, Luis, Luis, Maite, Marian, Pili y Sagrario. Porque tu presencia hizo que el mundo sea un lugar un poco mejor. Porque sé que lo que hayas reconocido en ti se expandirá a tu entorno y tocarás la fibra a los que necesiten tu contacto.

Y también gracias a ti, Marisa, Mercedes y Patricia, aunque no pudiste venir, porque sé que parte de ti quedó trabada y pronto nos encontraremos.

Y por supuesto gracias a Iván Paredes, que hizo posible que el lugar se llenase justo de los que tenían que estar allí. Y a David Flores, que impulsó esta nueva criatura. Y a David Rodríguez, que abraza conmigo esta aventura cada día y sueña junto a mí cada noche.



Esto no es una crónica más, no de un evento más, no sobre un curso más. Esta es mi gota en tu océano. El motor para el camino que viene a partir de ahora. Tu esencia y la mía, dispuestas a florecer. Mi brillo, que es reflejo de tu luz.


Y recuerda… Tú tienes las respuestas, tú tienes el poder.

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