El mes pasado tuve el honor de ser entrevistada por uno de mis gurús de
productividad, David Torné.
No sólo te recomiendo que leas su artículo, sino todo su blog porque no tiene
desperdicio.
Te dejo el enlace tal como él mismo lo publicó, tanto en castellano como en catalán y a continuación la versión íntegra de la
entrevista. ¡Que lo disfrutes!
1.
Elisa, ¿cómo acaba dedicándose al coaching
una ejecutiva que ha ocupado varios puestos de dirección en grandes empresas?
Para mí esta profesión llegó en forma de vocación
tardía, pero muy bien recibida (risas). Desde siempre tuve puesto el foco en
las personas, mayoritariamente desde el aspecto comercial, pero también desde
el ángulo de la economía, la consultoría, la formación, el emprendimiento… todo
lo que he hecho anteriormente me ha conducido hasta aquí y, precisamente por
ello, aporto mi experiencia en ventas y gestión a las empresas con las que
colaboro.
2.
¿Qué es un coach empresarial? ¿Qué le
ofreces a las empresas que no les ofrezca un consultor? ¿Nos puedes poner un
ejemplo con algún caso?
Más que de ‘coach’, a mí me gusta más hablar de
‘entrenador empresarial’, porque uso el coaching como una disciplina más, junto
con mi know-how en las otras disciplinas que he conocido durante años. Además,
como la palabra se ha puesto de moda, el concepto se está desvirtuando y en
algunos contextos empieza a ser un obstáculo.
Considero que el entrenador empresarial es una
evolución de los consultores y asesores tradicionales, intentaré explicar por
qué: Un consultor es experto en uno o varios temas y asesora al cliente, bien
porque sabe más que él de esa materia concreta, o porque aglutina sus
conocimientos y experiencias de otros clientes para ofrecérselas como valor
añadido. Yo en principio no tengo por qué conocer cada sector ni problemática,
cada cliente ya es el experto de su empresa o de su vida, y yo soy la experta
en personas y en herramientas de desarrollo, lo que me permite adaptarme al
objetivo que se desea lograr. Y, adicionalmente a estos recursos aprendidos o
entrenados que menciono, de donde yo obtengo el material primordial para que
mis clientes avancen es desde dentro de su propio potencial, que es
prácticamente infinito en cada uno, invitándoles a establecer planes de acción
concretos y a ponerse en marcha con motivación intrínseca. Eso provoca que al
final del proceso el cliente sea autosuficiente con sus propios aprendizajes.
Veámoslo más fácilmente con un ejemplo: una
multinacional del entorno asegurador que me contrató para motivar al equipo
comercial. Un consultor habría evaluado competencias, analizado procedimientos,
cambiado estructuras, sugerido estrategias, establecido planes de formación y
en general utilizado métodos para la cohesión de equipos, diseñando finalmente
un informe con modificaciones a implementar y saliendo en ese punto del
proceso. Por mi parte, como entrenadora, estudié los objetivos que buscaba la
Dirección, profundicé en los valores corporativos, traté de comprender las
motivaciones y limitaciones de cada uno de los miembros del equipo, así como su
alineación con el plan empresarial, les acompañé mientras descubrían sus
tesoros interiores y por último les asistí en su toma de decisiones.
Todo esto, que dicho así suena algo abstracto, se
tradujo en que de los 11 miembros del departamento, una de las personas decidió
salir de la compañía, otra optó por cambiar de división, otras 2 pidieron
formación específica para mejorar su perfil y los otros 7 empezaron a funcionar
mejor como equipo, con más efervescencia en su trabajo y más unión entre ellos.
Hasta que no nos enfrentamos con nuestro universo personal y comprendemos qué
podemos ofrecer y qué nos limita, resulta muy complejo lucirnos al máximo en el
ámbito profesional.
Fotografía: David Rodríguez © |
3.
La figura del coach me parece terriblemente
atractiva. Ir más allá del mero asesoramiento o formación, tener la capacidad de
cambiar la forma de ver las cosas de la gente, ayudándoles a autoconvencerse
para dar pasos que por sí solos no darían. ¿Cómo convencerías a aquellos que
nos leen y que no creen en esta vía de desarrollo, para que se lo planteen?
¿Qué recursos tienes en tu mano para generar el cambio?
Gracias por tu reconocimiento, yo también creo que es
apasionante, de hecho eso es lo que más me gratifica de esta profesión:
contemplar cómo un cliente recupera su propio poder y lo pone al servicio de
sus sueños.
Convencerles… yo no querría convencerles (más risas),
así en plan secta ;-) Más bien les plantearía una pregunta: “¿Hay algo que
quieras cambiar, en tu vida o en tu trabajo?” Cualquier reflexión que les lleve
a un QUÉ implicará que hay trabajo por hacer; de explorar los posibles CÓMO es
de lo que se encarga un entrenador. Y si la respuesta ha sido NO, yo les
recomendaría que disfrutasen al máximo, dejasen de leer y se olvidasen de
nosotros!
Para investigar esas posibles opciones de cambio,
algunos de los recursos los pongo yo: escucha activa, empatía, objetividad,
observación sin juicio, técnicas para la toma de decisiones, para la
comunicación asertiva, o para la venta proactiva,… Y hay otros recursos que
entrenamos en común, como la toma de consciencia, la gestión de la incertidumbre,
o la inteligencia emocional.
Pero como decía antes, los recursos más importantes
son los del propio cliente: todas aquellas capacidades que (aún) no ha sabido
poner en valor, las emociones de las que (de momento) no entiende el mensaje,
las aptitudes que (todavía) no ha podido desarrollar completamente… todo ello
compone una riqueza personal que ya está ahí y que yo simplemente le ayudo a
desplegar.
4.
¿Cuáles son las diferencias entre las
necesidades de las pymes, grandes empresas y profesionales freelance? ¿La
naturaleza de sus problemáticas y peticiones son muy dispares?
Las problemáticas de las grandes empresas son
fundamentalmente cuestiones de liderazgo; a las PYMES les preocupan más algunos
temas relacionados con la comunicación; a las empresas familiares, la sucesión
y la indefinición de roles; a los autónomos, la gestión del tiempo y la
productividad.
Como diferencias
relevantes yo resaltaría: su tipo de clientes, la importancia que le conceden a
su estrategia, y los medios con los que cuentan. Capítulo aparte serían las
empresas familiares, en las que estoy especializada porque es de donde provengo
y en las que más conflictos se generan, porque la mezcla de sistemas suele
generar mucha confusión.
Pero más que su disparidad de necesidades, me parecen
más llamativas sus semejanzas, pues básicamente todos los clientes mencionan
sentirse presionados por la falta de equilibrio personal-laboral. Y para mí lo
más destacable es la percepción de que cada vez están más perdidos, como
desconectados de su propia esencia, así que buscan sentirse más realizados,
incluso abandonando sus puestos y reinventándose, a veces patrocinados por sus
propias empresas: sin duda el paradigma empresarial está cambiando para priorizar
más a la persona y eso se nota, aun inmersos en una crisis económica. A menudo
imparto talleres sobre ventaja tecnológica y reputación digital y trato con Millenials, estoy segura de que el mundo
que vivirá la Generación Y tendrá
este aspecto mucho más en cuenta.
5.
Háblame de tu trabajo orientado a las que
llamas “empresas emocionales y organizaciones conscientes”, ¿en qué consiste?
Todo ese entrenamiento lo desarrollas en grupos, ¿cuál es el formato:
conferencias, seminarios, workshops,…?
Mi trabajo consiste en poner corazón en tu empresa. Y
no importa si se trata de la gran multinacional para la que trabajas, una PYME
que gestionas, o tu gesta vital. Por eso me gusta hablar de emociones y de
consciencia, porque son dos términos que antaño era impensable pronunciar
delante de un alto ejecutivo, mientras que ahora es el CEO quien las quiere
aprender a manejar. Afortunadamente, el contexto empresarial se está abriendo a
otras posibilidades y en las cúpulas ya han captado que para ser buenos líderes
primero deben ser personas completas, las mejores versiones de sí mismos.
Por eso en los últimos años me he centrado en eventos
grupales, tanto en empresas como para colectivos diversos, porque suelen ser
los directivos o los responsables los que reclaman un apoyo para sus
corporaciones. En ocasiones trabajo primero con la cabeza de la pirámide, con
el fin de prepararle para impulsar al resto de la organización. En otros casos,
comienzo con seminarios para los colaboradores con necesidades más inminentes.
Pero siempre se finaliza con un worshop
conjunto, adaptando el formato a lo que el cliente requiera: jornadas
motivacionales, conferencias dinámicas, actividades outdoor, retiros intensivos, entrenamientos de alto rendimiento,
charlas interactivas,… según avanza el tiempo surgen nuevas formas de
aprovechar este entusiasmo individual para contagiarlo a todo el grupo.
Me encanta el contacto y la comunicación con el
público y por otro lado siento que, aunque en el 1 to 1 se puede profundizar más, en un formato multitudinario se
aprovechan muchas sinergias y los mensajes calan más rápida e integralmente.
Un ejemplo reciente de empresa con corazón fue el evento
que celebró el grupo Louis Vuitton con motivo del Día de la Mujer,
en el que tuve el honor de participar. El año anterior nos divertimos mucho en
su convención internacional anual y esta vez me llamaron para ser ponente junto
con una renombrada socióloga. De nuevo tuve la oportunidad de comprobar que se
trata de una compañía en la que prima el desarrollo del talento y las ganas de
sacar lo mejor de cada uno, trascendiendo los miedos y superando las
incomunicaciones, prestando atención a su legado a la sociedad. Ese es el tipo
de clientes a los que más admiro, los que saben dar solidez a su identidad
corporativa apreciando las identidades individuales.
6.
¿Qué papel juega la productividad personal
en tu portafolio? ¿Existe interés explicito dentro del mundo
corporativo? ¿Se trata de un interés en el sentido tradicional de
conseguir hacer más con menos, o se empieza a buscar un cambio más profundo?
¿Qué ideas preconcebidas te encuentras y cómo intentas cambiarlas?
Muchos clientes me solicitan apoyo en la gestión del
tiempo directa e indirectamente, la productividad despierta realmente muchísimo
interés. En un mundo de tanta interconexión, cada vez es más frecuente que nos
puedan las prisas, que (como decía Mafalda) lo urgente no nos deje atender lo
importante. Y eso es más grave cuanto más arriba estás en una organización.
Estoy de acuerdo contigo en que se está convirtiendo
en un interés más profundo, más efectividad no tanto para llegar más lejos,
sino para encontrar el equilibrio vital.
Los axiomas retadores que me presentan los clientes
suelen ser principios de los que están convencidos, por eso les cuesta salir de
ahí. Cosas como “No se puede ser emprendedor y tener vida privada”, o “No puedo
permitirme que mis empleados pierdan el tiempo en las redes sociales”, o “Si
quiero llegar a ser jefe tengo que echar más horas que nadie”. Pienso que en
España aún nos queda mucho camino para distinguir las actividades que son una
pérdida de tiempo de las que producen una inversión, o para aprender a
diferenciar la productividad del presencialismo.
Una vez más, el modo de trabajar con todo ello es
escuchando las creencias que les están bloqueando y sacando a relucir sus
verdaderas prioridades… y después enseñándoles a aplicar modelos de
productividad como los que tú promueves. Desde luego, el GTD nos ha salvado a
muchos y los especialistas como tú nos resultáis cada vez más imprescindibles!
7.
Hemos hablado de cómo se ayuda a una empresa
o a una persona a desarrollarse. Pero, ¿cómo se forma un coach? ¿Puedes contar
al lector el camino para convertirse en un coach? ¿Hace falta desarrollar
habilidades o aptitudes específicas? Y una vez titulado, ¿cómo desarrollo eso
llamado formación continua?
Me alegra que comentes este punto, pues la falta de
formación específica supone la lacra principal del momento en el que nos
encontramos, por eso yo recomendaría a cualquier posible cliente que se informe
bien sobre la trayectoria y titulaciones del coach, pero sobre todo que
compruebe sus horas de vuelo. Existen numerosas escuelas y ahora también
universidades, pero lo
más importante son las horas de práctica real con personas, no los libros ni
los certificados.
Respecto a las habilidades, unas pocas probablemente
vendrán “de serie” (como en mi caso el interés por la psique humana), otras
pueden haber sido entrenadas en anteriores profesiones (por ejemplo, aprendí a
escuchar con atención en mi etapa de comercial) y todas las demás habilidades,
amén de las particularidades del método, serán las que se enseñen y se
practiquen en clase.
Mi camino pasó por cursar un master y dos especialidades,
pero ante todo llegué aquí debido a una pulsión por conocerme mejor. Tengo una
mente curiosa y eso me incita a querer indagar técnicas y disciplinas muy
variopintas, para probar en primera persona cuáles me funcionan mejor y con
cuáles me sentiría cómoda trabajando con mis clientes. Para mí la formación
continua consiste en incorporar todo aquello que me aporte integración y
amplitud: PNL, Problem Solving,
Constelaciones familiares y organizacionales, Eneagrama, EFT, Mindfulness, Feng-shui, o hasta Cocina
creativa… una nunca sabe dónde puede encontrar la inspiración! J
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